Crear o Transformar

Durante los últimos años nuestro país se ha visto envuelto en una dinámica interesante en la creación de empresas, un movimiento de emprendimiento agitado y valiosos aportes conceptuales relacionados al impacto que tienen en la generación de riquezas y empleo. Anualmente, solamente en los registros de cámaras de comercios superan las 10mil que inician, sin destacar las valiosas iniciativas de tiendas virtuales que realizan importante volumen de transacciones.

Ahora bien, el otro lado nos muestra que 9 de cada 10 de esas empresas desaparecen en los primeros cinco años, el 42% de los emprendimientos son autoempleos (mientras la región presenta un promedio de 28,7), bajos índices de derecho de propiedad intelectual y el 95% de las mismas no superan los 10 empleos generados y unos reducidos niveles de inversión en investigación, entre otros aspectos fundamentales para la permanencia de las empresas en los mercados.

Este escenario nos trae a reflexión si es necesario seguir creando nuevas empresas o lograr la transformación positiva a estructuras de negocios que logren una mejor productividad y mayor competitividad en sus acciones empresariales. Es una motivación para las instituciones estatales en su diseño de las políticas públicas, para que podamos revertir estos indicadores de nuestro país, de forma que podamos generar valor y riqueza para nuestra sociedad.

Se convierte en la tarea primordial de esa transformación, acompañar a los ya existentes (en condiciones vulnerables y con menos de 10 empleados) a desarrollar un adecuado talento empresarial, basado en las habilidades, innovación y actitud hacia el riesgo. La primera que en su conjunto integra la orientación al logro, locus de control interno, habilidades de realizar multitareas y la autoeficiencia son de las habilidades que se deben fortalecer a través de programas focalizados de formación a categoría de negocios que proyecten ser parte de nuestros objetivos como nación.

Estas habilidades son fundamentales para una gestión empresarial que nos permita desarrollar hacia la organización, la gestión operativa, monitoreo de indicadores de desempeño, la orientación de los objetivos y principalmente, la del talento de la gente que nos acompaña en la tarea de desarrollar mercados y aumentar las ventas.

Esa transformación productiva, debe dejar de ser un sueño individual y convertirse en una responsabilidad de todos, donde cada actor logre una participación activa, valiosa con aportes que nos sirvan de base para incidir en la generación de empleos, satisfacción emocional y riqueza sostenible. Esa actitud hacia adentro y de celeridad que muchas veces forma parte de los quienes emprenden debe ser la adversa al negociante que tiene la urgencia de transformarse en un empresario regional donde el concepto de negocios estructurado y enfocado a los clientes. Transformar la actitud, definir campo de acción, llevar estadísticas y observar de forma cercana esa evolución que el Estado está llamado a realizar la realice para lograr la solidificación.

Busquemos la transformación y rentabilidad con el desarrollo de gente, que será siempre el motor de la gestión y la innovación.

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